Tlacahuepan

Mucho se ha debatido sobre la reacción de Moctezuma Xocoyotzin ante la llegada de los españoles. Ha sido tachado de cobarde; su propio pueblo le gritaba cuilón (cobarde). Cacamatzin, su primo y señor de Texcoco, le sugirió inicialmente permitirles el paso, pero cuando fue apresado, intentó liberarlo, sólo para acabar también encarcelado. Cuitláhuac, más firme, le advirtió que no debía dejar entrar a quienes después no podría sacar. La opinión generalizada, incluso entre sus contemporáneos, es que Moctezuma fue un cobarde. Pero surge la pregunta: ¿cómo debió haber reaccionado?

Encontramos un ejemplo en Tlacahuepan, quien, enfrentado a una situación similar, eligió el honor por encima de la vida.

Todo ocurrió durante la guerra expansionista de los mexicas contra Chalco, un altépetl que en su época había sido sumamente poderoso. Estas batallas se dieron tras una serie de desencuentros: Moctezuma Ilhuicamina, junto con su Cihuacóatl Tlacaélel, solicitó a los chalcas piedras pesadas y tezontle liviano para la construcción del gran templo de Huitzilopochtli. Los mensajeros —Tezcacoacatl, Huitznahuatl, Huecamecatl y Mexicatl— llevaron la petición a los señores de Chalco, Cuateotl y Tonteociuhteuctli, quienes la consideraron ofensiva y respondieron con desdén.

Ante esta afrenta, los mexicas decidieron preparar una guerra de conquista (Tlachinolli Atemnpan), distinta de las famosas guerras floridas (Xochiyáoyotl) cuyo propósito era la captura de prisioneros, o de las guerras de exterminio (Pehua), en las que no se dejaba piedra sobre piedra.

En los enfrentamientos de Tzompantepec y Acolco, hubo bajas importantes de ambos lados. Del lado mexica, se lamentó la caída de principales como Chahuacuee, Quetzalcuauh y, especialmente, Tlacahuepan, hermano de Moctezuma Ilhuicamina. Sin embargo, pronto se descubrió que Tlacahuepan no había muerto: estaba cautivo de los chalcas.

Los chalcas, impresionados por su linaje y valor, intentaron hacerlo su señor. Pero Tlacahuepan rechazó la propuesta con desprecio. Pidió entonces un tronco alto, subió a su cima junto con sus compañeros y, al ritmo del teponaztli (tambor sagrado), les habló desde lo alto:

“Chalcas, hoy os compro por mis esclavos, que han de servir y tributar a nuestros hijos y nietos mexicanos. Y miren lo que les digo, que esto será verdad”. Tras lo cual, se arrojó desde lo alto y cuando llegó al suelo estaba hecho pedazos. Crónica Mexicana, capítulo 26.

“Oh, valerosos mexicanos, a mí me quiere hacer su rey esta gente, nunca permitan los dioses que yo me pase a los extraños, haciendo traición a los míos, porque no lo lleva de suelo mi generación noble. Por tanto, ustedes antes déjense morir que hacerse a la parte de sus enemigos, y porque tomen ejemplo de mí, miren cómo yo hago” Y diciendo esto se arrojó de la cumbre abajo, e hízose pedazos. El Códice Ramírez, p. 148.

En mi opinión, esta era la actitud que Moctezuma Xocoyotzin debió haber tomado cuando Hernán Cortés irrumpió en sus aposentos y le anunció su captura: sacrificarse por su pueblo, en lugar de permitir su apresamiento.


Bibliografía

  • Battock, Clementina; Vargas, Paloma. El Códice Ramírez. Fondo de Cultura Económica, 2024.
  • De Alvarado Tezozómoc, Fernando. Crónica Mexicana. Manuscrito 117 de la Colección Hans Peter Kraus, Linkgua, 2024.

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