Su nombre real era María Josefa de las Angustias Bonifacia Brígida Federica Pascuala Feliciana de la Santísima Trinidad Peña Azcárate, mejor conocida como Pepita Peña aunque pasó a la historia como La Mariscala. Nacida en el seno de una familia de renombre, ligada a los círculos conservadores e imperialistas de la época, su historia se entrelaza con la del Segundo Imperio Mexicano, el glamour europeo y una fuga digna de novela.
De la batalla al Imperio
El 5 de mayo de 1862, México celebró una gloriosa victoria sobre el ejército francés en Puebla. Sin embargo, la historia no terminó ahí. Los franceses regresaron con más fuerza, mejor preparados y comandados por un liderazgo distinto al del arrogante Lorencez. Para 1863, las tropas invasoras lograron su cometido y establecieron un nuevo régimen: el Segundo Imperio Mexicano. Así llegó Maximiliano de Habsburgo al trono, acompañado de su esposa Carlota, y con el respaldo del mariscal Achille Bazaine, quien se convirtió en el hombre más poderoso del país.
El amor en tiempos del Imperio
Desde la llegada de los europeos en el siglo XVI, las relaciones entre conquistadores y mujeres indígenas o criollas fueron complejas y, muchas veces, abusivas. Hernán Cortés, por ejemplo, rechazaba formalmente el matrimonio con mujeres nativas por estar casado, aunque eso no le impidió abusar de muchas.
Con los franceses la historia tuvo matices distintos. Aunque también se mostraban reacios a mezclarse por la vía matrimonial, se les permitía casarse con mexicanas si podían comprobar que no habían dejado esposa en Francia. El amor, después de todo, no conoce de tratados ni de banderas.
Bazaine y Pepita
Achille Bazaine, nacido el 13 de febrero de 1811, quedó viudo mientras se encontraba en México y ya sabemos que el dolor del viudo es agudo pero breve. Fue entonces cuando, en una fiesta oficial, conoció a la joven Pepita Peña, nacida el 14 de mayo de 1847. Ella tenía 18 años; él, 54. A pesar de la diferencia de edad, surgió una intensa historia de amor. Bazaine, que hasta entonces era percibido como un militar implacable, comenzó a transformarse ante los ojos de sus tropas: rejuvenecía, sonreía más, y parecía haber descubierto una nueva razón para vivir.
Se casaron el 26 de junio de 1865 y tuvieron tres hijos: Paquito, Eugenia, en honor a su madrina, Eugenia, la esposa de Maximiliano III y Alfonso.
Una fuga de película
Tras el fin del Imperio y el regreso de la república, Bazaine volvió a Francia. Pero en 1870, durante la guerra franco-prusiana, fue acusado de traición por rendirse a los alemanes con 140,000 hombres bajo su mando. Fue condenado a prisión en el Fuerte de Santa Margarita.
Allí es donde la lealtad y el valor de Pepita brillaron. Durante las visitas constantes que le hacía a su esposo, comenzó a planear su fuga con la ayuda de su hermano. Poco a poco, fue llevando sábanas que luego convirtió en una cuerda improvisada. Finalmente, el 9 de agosto de 1874, Bazaine escapó por la ventana de su celda que daba al mar. A pesar de su sobrepeso, logró descender y nadar hasta una lancha donde lo esperaban Pepita y su cuñado. Juntos escaparon rumbo a España.
El epílogo
Ya en Madrid, el tiempo no fue generoso con Bazaine. Murió solo, alejado del poder que alguna vez ostentó. Pepita, por su parte, intentó reclamar el Palacio de Bucareli, hoy Museo Nacional de San Carlos, regalo del emperador Maximiliano, pero el nuevo gobierno liberal rechazó su petición. Falleció el 6 de enero de 1900, a los 53 años, víctima de un cáncer de útero.
Una historia para recordar
La vida de Pepita Peña es una de esas historias que desafían el olvido. Una mujer que amó a un hombre poderoso, que desafió al sistema, y que se convirtió en protagonista de una de las fugas más audaces del siglo XIX. En el cruce entre la historia nacional y los grandes amores, su nombre merece un lugar destacado.
Bibliografía:
- Loaeza, Guadalupe & González Laporte, Verónica. La Mariscala. Una gran historia de amor en la corte de Maximiliano y Carlota. Ed. Planeta, 2015.