Rumbo a Tenochtitlan.
Después de afianzar la alianza con los tlaxcaltecas, Hernán Cortés decidió partir rumbo a Tenochtitlan, donde Moctezuma se debatía entre recibirlo, como le aconsejaba Cacamatzin, o hacerle la guerra, como le sugería su hermano Cuitláhuac.
En el camino, el ejército hizo una escala en Cholula, donde fueron muy bien recibidos el primer día:
Los salieron a recibir en escuadrones de más de diez mil ciudadanos, muchos de los cuales traían pan, aves y rosas. (Gómara 229).
Sin embargo, los aliados tlaxcaltecas tuvieron que acampar en los alrededores, puesto que los cholultecas se negaron a hospedar a sus enemigos tradicionales.
Recibimiento por parte de los cholultecas y su posterior animadversación.
Con el paso de los días, la cordialidad se enfrió. Los cholultecas dejaron de llevarles comida, y las mujeres y los niños desaparecieron de las calles:
Aunque la primera noche les proveyeran a gallina por barba, los otros tres días siguientes no les dieron casi nada de comida, y muy pocas veces venían aquellos capitanes a ver a los españoles, lo que le daba mala espina. (Gómara 231).
A esto se sumaron las advertencias de los tlaxcaltecas, quienes afirmaban haber visto hoyos con estacas, preparados como trampas para los caballos, así como la confabulación de los mexicas de enviar a treinta mil soldados para matar a los españoles.
Aquí Gómara narra algo muy trascendental, si Moctezuma hubiese mandado a esa cantidad de soldados, los españoles y tlaxcaltecas seguramente hubieran sido aniquilados, sin embargo, los cholultecas no los dejaron entrar a su ciudad, ya que:
Temiendo que con aquel pretexto no se alzasen contra él, que solía ser maña de los mexicanos; pues tenían creído coger durmiendo a los españoles y quedarse con Chololla. (Gómara 232).
Finalmente, una mujer advirtió a Malitzin que los cholultecas planeaban una celada contra los españoles; le propuso huir con ella y casarla con su hijo para salvarla. Malitzin aceptó de palabra, pero enseguida fue a informar a Hernán Cortés.
Una mujer principal, que, por ser piadosa, dijo a Marina que se quedase allí con ella, que la quería mucho, y sentiría que la matasen con sus amos. (Gómara 232).
La masacre.
Lo que siguió fue un baño de sangre.
Los españoles invitaron a sus aposentos a los principales señores de Cholula, quienes al principio negaron las acusaciones, pero terminaron confesando bajo presión.
Entonces se dio la señal: un disparo de escopeta marcó el inicio de la masacre.
Hizo disparar la escopeta (Hernán Cortés), que era la señal, y arremetieron con gran ímpetu y enojo y todos los españoles y amigos a los del pueblo…pelearon cinco horas…quedaron teñidos en sangre. No pisaban más que cuerpos muertos. (Gómara 236).
Tanto los españoles dentro de la ciudad, como los tlaxcaltecas que esperaban fuera, mataron a diestra y siniestra, sin distinguir entre guerreros ni ancianos, aunque Hernán Cortés mandó que no matasen niños ni mujeres.
Aquí Camargo nos aclara que los tlaxcaltecas llevaban un tocado en la cabeza, con el cual los españoles los podían distinguir de los cholultecas:
Se pusieron en las cabezas unas guirnaldas de esparto a manera de torzales y con esto eran conocidos los de nuestra parcialidad que no fue pequeño aviso. (Camargo 175).

Defensa propia o un mensaje de terror para los mexicas y demás altepemeh.
Esta batalla puede considerarse como en defensa propia, puesto que las crónicas coinciden en que se les estaba preparando una celada. Sin embargo, también una ocasión para infundir terror, como escribió Nicolás Maquiavelo en 1513, contemporáneo de Hernán Cortés.
“Es mucho más seguro ser temido que amado, si no se puede ser ambas cosas.”. El Príncipe, capítulo XVII.
De tal manera que así actuó Hernán Cortés de acuerdo a Camargo:
Pasaron luego nuestros ejércitos adelante, poniendo gran temor y espanto por donde quiera que pasaban, hasta que la nueva de tal destrucción llegó a toda la tierra, causando grandísimo temor a toda la tierra. (Camargo 176).
La visión de Hernán Cortés.
Pero, ¿cómo se justifica el autor de esta masacre ante el rey Carlos V? Leamos lo que escribió Hernán Cortés al respecto:
“En tres días que estuve allí proveyeron mal y cada día peor, y muy pocas veces me venían a ver ni hablar los señores y personas principales de la ciudad. Y estando algo perplejo en esto, a la lengua que yo tengo, que es una india de esta tierra, que hube en Potonchán…le dijo otra natural de esta ciudad cómo muy cerquita de allí estaba mucha gente de Moctezuma junta, y que los de la ciudad tenían fuera sus mujeres e hijos y toda su ropa, y que habían de dar sobre nosotros para nos matar a todos…Y uno de los naturales de aquella ciudad que por allí andaba y le aparté secretamente que nadie lo vio y le interrogué y confirmó lo que la india y los naturales de Tlasacaltecal me habían dicho”. (Segunda Carta de Relación Hernán Cortés).
Cierra dando la cifra de que, tras el tiro de escopeta, causaron la muerte de más de tres mil cholultecas. Aunque hay fuentes que van desde los dos mil hasta los veinte mil. Hugh Thomas nos indica las distintas cifras:
“Sepúlveda, cuatro mil; Alva, cinco mil; Gómara, seis mil; Vázquez de Tapia, veinte mil; Las Casas, quince mil; Aguilar, dos mil; Juicio de Residencia, dos mil”.
Al otro día, pidió que los sobrevivientes regresaran a Cholula y la vida regresó a ser la de antes, solo que ahora Cholula ya era aliada de Hernán Cortés, quien demostró que los altepemeh serían sus aliados por las buenas o por las malas.
Como pudimos leer, la llegada de Hernán Cortés a Cholula sentó un precedente en toda la región mesoamericana, afianzó mucho su relación con los tlaxcaltecas y causó terror a los altepemeh. ¿Tú qué opinas, crees que fue una reacción desmedida o justificada de aquel que quien pega primero, pega más fuerte?
Fuentes consultadas:
Cortés, H. (2005). Cartas de relación (p. 54). Ed. Porrúa.
López de Gómara, F. (s.f.). La conquista de México (pp. 229–237). Ed. N2KT. https://books.apple.com/mx/book/la-conquista-de-m%C3%A9xico/id710399728
Muñoz Camargo, D., & Chavero, A. (s.f.). Historia de Tlaxcala (pp. 173–176). https://books.apple.com/mx/book/historia-de-tlaxcala/id1179966087
Thomas, Hugh (2011). La conquista de México (p. 778). Editorial Planeta.
