A Hernán Cortés prácticamente todo le salió bien. Si alguien hubiera escrito el guion de su conquista, difícilmente habría resultado tan perfecto como lo fue en la realidad. Aunque logró mucho mediante el uso de las armas, gran parte de su éxito se debió también al poder de la palabra: la lengua.
Cortés hablaba español, una lengua completamente ajena a los pueblos del continente americano. Con él viajaban también italianos, alemanes y otros europeos. Al desembarcar en tierra firme, como ya habían hecho antes en La Española y Cuba, uno de sus primeros pasos debió ser enseñar español a algunos indígenas para poder comunicarse, aunque este proceso llevaría tiempo.
Antes de la llegada de Cortés, el gobernador de Cuba, Diego Velázquez, había enviado dos expediciones: la de Francisco Hernández de Córdoba y la de Juan de Grijalva. Durante esas exploraciones, algunos indígenas mayas fueron llevados a Cuba, donde aprendieron español. Así surgieron los primeros intérpretes: Juliancillo y Melchorejo. Sin embargo, ambos estaban allí contra su voluntad y escaparon en cuanto tuvieron oportunidad.
Aquí es donde la suerte —o el destino de los grandes acontecimientos— interviene. Alrededor de 1511, un barco procedente del Darién naufragó en la costa de Yucatán. Algunos de sus tripulantes sobrevivieron y fueron capturados por los mayas. Varios murieron, otros fueron sacrificados, pero dos lograron sobrevivir: Gonzalo Guerrero y Jerónimo de Aguilar.
Guerrero se integró por completo a la cultura maya: se casó con una mujer de la región, tuvo hijos y adoptó su nueva identidad. Años después, cuando Cortés supo de la existencia de españoles viviendo entre los mayas, les envió una carta invitándolos a unirse a su expedición. Guerrero se negó: ya no se consideraba parte del mundo español. Aguilar, en cambio, aceptó de inmediato. Aunque la expedición ya se había retirado después de esperar varios días, Aguilar, determinado, remó cinco leguas en una canoa hasta alcanzarlos en Cozumel. Algunas versiones dicen que lo encontraron porque un bergantín español se descompuso y regresó.
Era 1519. Aguilar llevaba ocho años entre los mayas y hablaba con fluidez su lengua, además del español. Su conocimiento fue de enorme valor para Cortés, sobre todo cuando se sumó doña Marina (Malintzin), quien hablaba náhuatl y maya. Juntos formaron una cadena de traducción que fue clave para el éxito del conquistador: Marina traducía del náhuatl al maya, y Aguilar del maya al español.
Aguilar es mencionado por Hernán Cortés en sus cartas, así como por cronistas como Diego Durán, Bernal Díaz del Castillo, Francisco López de Gómara y, especialmente, Francisco Cervantes de Salazar, en quien me basé para este texto, ya que narra con más detalle la historia del náufrago.
Cuenta Cervantes de Salazar que Ángel Tintorero, uno de los hombres de Cortés, salió a cazar y se topó con un indígena de apariencia europea. Le preguntó: “Hermano, ¿sois cristiano?”, a lo que Aguilar respondió que sí. Tintorero corrió a cobrar la recompensa de cien pesos ofrecida a quien encontrara a Aguilar. Gómara, por su parte, relata una versión distinta: dice que unos mayas llegaron al campamento y los españoles, al verlos, desenvainaron sus espadas. Aguilar intervino y les preguntó: “¿Sois cristianos?”, lo que provocó una emoción tan intensa que cayó de rodillas y, entre lágrimas, dio gracias al cielo.

Ya con Cortés, Aguilar recibió comida y ropa española. Pero, tras tantos años con los mayas, su cuerpo no estaba acostumbrado a la comida europea, ni a vestir más que el simple maxtlatl (taparrabo). Comía con lentitud y la ropa le resultaba incómoda.
Contó que él y otros sobrevivientes habían sido capturados primero por un cacique que ordenó sacrificar a varios de ellos. Los que escaparon fueron acogidos por otro cacique, enemigo del primero, quien no solo los perdonó, sino que los puso a trabajar y luego como guerreros. Sus conocimientos bélicos y tácticos les hicieron ganar varias batallas, lo que les valió la vida hasta la llegada de los españoles.
Jerónimo de Aguilar se convirtió en la primera lengua de Cortés, junto con doña Marina. Murió en 1531. Gonzalo Guerrero, en cambio, combatió a los españoles durante años del lado de los mayas, y murió en batalla en 1536.
Bibliografía:
Cervantes de Salazar, Francisco. Crónica de la Nueva España. Red Ediciones, 2011. Capítulos XXVI al XXIX.
Prime capítulo. Hacía mucho que no leía.
Interesante, además resumido.
Gracias, espero te haya gustado y tengas la oportunidad de leer la nueva entrega cada semana.