Quienes hemos ido al Zócalo de la Ciudad de México, hemos visto esas ruinas arqueológicas en forma de pirámide, resguardadas por muros y barandales de metal.

Ese es precisamente el Templo Mayor, aquel donde subieron las gradas tanto Bernal Díaz del Castillo, Hernán Cortés y otros españoles, acompañados por Moctezuma.
En su cima, encontraron los dos templos, uno dedicado a Tláloc y otro a Huitzilopochtli, en donde arrojaban los corazones de los sacrificados, lo cual aterrorizó a Hernán Cortés.
Después de la caída de Tenochtitlan, la cual fue arrasada por los españoles para poder conquistarla, crearon una ciudad nueva encima de las ruinas que habían provocado e incluso utilizando las mismas piedras. Los monumentos que aun estaban en pie también fueron destruidos por completo. O al menos, eso parecía.
Cuando los mexicas ven que los españoles pretenden imponer su religión y ante la sumisión de su Tlatoani Moctezuma, deciden bajar muchas de las imágenes que estaban en los templos y las enterraron. Algunas más fueron enterradas por órdenes de Zumárraga y de otros personajes del clero a lo largo de los años, otras más, fueron completamente destruidas.

Es así como en 1790 se encuentra La Piedra del Sol o Calendario Azteca, siendo Juan Vicente de Güemes el virrey, quien ya no tenía la idea de que cualquier obra de arte de los mexicas era obra del demonio. Ahora quería demostrar que al pueblo que conquistaron los españoles en 1521 no eran unos bárbaros, sino una civilización muy avanzada y eso ayudó, y mucho, a la preservación de muchas de las piezas que aun se conservan en los museos de la Ciudad de México.

Tendrían que pasar más de doscientos años para que, cuando los trabajadores de la ya extinta Luz y Fuerza del Centro, encontraran un monolito enorme, la Coyolxauhqui, en febrero de 1978.
A raíz de semejante descubrimiento, el Instituto Nacional de Antropología e Historia, INAH, inicia una labor titánica para rescatar lo que quedaba del Templo Mayor, mismo que desde 1914, el arqueólogo Manuel Gamio ya decía que en ese sitio se debería de encontrar, gracias a las fuentes españolas y a sus descubrimientos en las calles de Seminario y Guatemala, que él afirmaba que eran parte del Templo Mayor. Es aquí donde entra el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, como encargado del proyecto y con el apoyo del presidente López Portillo. Los periódicos cada semana publicaban noticias sobre nuevos hallazgos, caracoles, almenas, instrumentos musicales, ofrendas marítimas entre un sinfín de artículos que databan alrededor de setecientos años.

Al respecto, se invitó a escribir al maestro León Portilla, una autoridad absoluta en materia de los mexicas y titulo su trabajo México-Tenochtitlan, su espacio y tiempos sagrados (1978).
Fue todo un suceso, al cual no solo acudía el presidente López Portillo, sino personajes de la talla de María Félix,
Es el 12 de octubre de 1987 cuando se inaugura el Museo de Sitio, mismo que podemos visitar de martes a domingo 09:00 a 17:00 horas.
En él podemos encontrar innumerables maravillas, desde la Casa de las Águilas, a la que no podía entrar nadie que no fueran los guerreros y el Tlatoani o el Cihuacóatl.

Monolitos enormes como Tlaltecuhtli, Coyolxauhqui, Mictlantecuhtli, esculturas de guerreros águila, las almenas en forma de caracol que estaban en el techo de algunos edificios, esqueletos de animales tanto terrestres como marítimos, vasijas, un disco de mosaico de turquesa, urnas funerarias, una impresionante máscara cráneo entre cientos de piezas más.
Cuando andes en la CDMX, no puedes dejar de visitar este impresionante museo, el cual yo disfruto mucho cada que voy puesto que está relacionado con la parte de la Historia que más estudio.
Cada visita al Templo Mayor es un viaje al corazón de nuestra historia. Entre las piedras que un día vieron sacrificios y plegarias, hoy late la memoria de un pueblo que nunca desapareció: los mexicas.
Fuentes consultadas:
El Museo en sí.
Matos Moctezuma, E., & Ledesma Bouchan, P. (2023). El Templo Mayor: zona arqueológica y museo (1.ª ed.). Instituto Nacional de Antropología e Historia.
